jueves, 20 de mayo de 2010

¡Qué cada uno se monte su propia película!


Fotograma del film: "Días del cielo".

La sensación que experimento desde que tengo facebook al llegar al blog, es como ésa de cerrar la ventana cuando hace viento, una paz densa, de algodón. A parte de ver a un gorrión beber en un charco esta mañana, e imaginármelo con un trajecito de astronauta a medida, soltarlo en el espacio, verle mover las alas y perderse en el infinito, también he reunido unos conceptos que hace tiempo que merodean por aquí arriba.
Una vez leí la entrevista a un actor de esos que están considerados en Hollywood influyentes, no recuerdo si era Nicolas Cage, Brad Pitt… bien, pues le preguntaban cómo era posible que tantos actores acabaran juntos. Él explicaba que hay muchas parejas que son de mentira, que están juntos por mero interés, pero lo que también pasa, es que por exigencias del guión, el actor o actriz a veces deben vivir todo el periodo de enamoramiento, repetir las tomas muchas veces, te quiero 1, te quiero 2, te quiero 3, beso 1, beso 2, beso 3, lágrimas, lágrimas, lágrimas, y como si de un perro de Pavlov se tratara, el cerebro acaba actuando por estímulos, acaba creyéndose que se está enamorando de la otra persona.

Por otra parte, las películas, los libros, las historias tienen un final, pero si ese final no requiere la muerte de todos los personajes, si el Apocalipsis no acaba con la película, significa que todo aquello tiene una continuidad potencial. ¿Qué le pasa al Nota cuando se acaba El gran Lebowski?, yo quiero saberlo. ¿Qué sucede con Michael Corleone?, ¿cómo son sus últimos días?, y las vidas de la gente en las diferentes ciudades invisibles, de Italo Calvino, ¿qué sucede en esas urbes al cabo de los años?. Por mucho que haya segundas partes, terceras, cuartas, siempre hay un final. Creo que es una característica común a muchos espectadores/lectores y se debería buscar una solución.

Aunando estos dos conceptos, he creado justo encima de los ojos a una pareja de actores que se enamoran en el rodaje de una película cualquiera, aunque la que me imagino es una de época, o un western, pongamos que se conocen en una película basada en el siglo XIX. Ella es por ejemplo la hija pobre de un pescador y él un acaudalado señor feudal, que por coincidencias de la vida y elipsis del amor, acaban conociéndose y enamorándose perdidamente el uno del otro, pero cuando el rodaje acaba, recogen los cables y todo el mundo vuelve a la vida normal, ellos deciden seguir con la vida de los personajes. Les dicen a sus padres que les traten como tales, y viceversa. Se van a vivir a una cabaña, con la ropa y las incomodidades de la vida de entonces. Por la noche, antes de dormirse, se inventan los guiones que ellos mismos deberán seguir, y así la historia acabará con ellos. Eso sí que sería una forma bonita de tomarse en serio la vida en pareja, y a la vez, la forma más radical de asumir aquel dicho que a veces surge: ¡Aquí cada uno se monta su propia película!.

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