viernes, 5 de junio de 2009



Llevo veintiocho años ganándome la vida como tatuador. La gran afición que tenía por la pintura epidérmica me llevó a abrir un local cerca de mi barrio, de unos 40 m2, que se llamaba “Fantastic Tattoos”. Mis primeros clientes eran moteros, marinos, militares y enamorados, pero la clientela fue ampliándose a todo tipo de gente, tomando el concepto “todo” por todo. Incluso me venía gente que quería tatuar a su perro, a su iguana o a un loro. Más adelante y viendo que el negocio iba creciendo sin parar, decidí abrir dos locales más en la ciudad. Uno en el centro y otro en las afueras, que más el local original me convertía en un pequeño empresario. Contraté a dos tatuadores por local, menos en el del centro, donde estaba yo con mi mujer, que me llevaba las cuentas, se movía por las ferias, buscaba información de nuevas tintas y métodos. De vez en cuando hacíamos algún viaje a Nueva Zelanda o a África para estudiar los orígenes de nuestro trabajo y tener una base sólida.

Recuerdo que fue un Martes por la tarde, llovía, ya era casi de noche, cuando Alejandro, el encargado de la tienda número 3 y mi hombre de confianza, me llamó referente a un encargo algo inusual. Le dije que me explicara por teléfono de qué iba el tema, pero me contestó que no me lo podía explicar, que tenía que ir para allá. Como no tenía mucho trabajo aquel día, le dije a Rocío que iba al local 3, que cerrara si en veinte minutos no venía nadie y que ya nos veríamos en casa. Me subí a la moto y me dirigí a las afueras, con lluvia en la cara y sin nada en la mente.
Llegué empapado, me quité el casco, y entré resoplando en el local. Alejandro salió de la sala numero 1 y me dijo que fuéramos a hablar al baño:
_Ha llegado el tío y ha dejado 12.000 euros encima de la mesa.
_Sí, dije yo impacientándome.
_Entonces el tío ha levantado la cabeza hacia mi y me ha dicho que quería un tatuaje.
_Sí.
_Que quería un tatuaje de un vídeo.
_¿Cómo?
_Un tatuaje de un vídeo.
_Vamos a ver Alejandro, ¿me has hecho venir desde el local 2, con esta lluvia, para decirme que un loco te ha pedido una cosa imposible?
_No es imposible.
_¿Cómo?, qué leches me estás contando Alejandro, estás de coña, y quién esta ahí es Carlos o Vicente leyendo una revista y esperándome para salir a tomar algo.

Salí del baño medio contento medio furioso, porque la verdad es que me apetecía tomarme unas cañas. Alejandro se quedó en el baño sin decir nada, separé la cortina de la sala, ahí se encontraba un hombre sentado, mirando la pared de enfrente, con los brazos apoyados en la camilla, mientras en su espalda coleteaba el tatuaje de miles de hormigas, que parecían letras de un libro, y que se escapaban dejando las hojas en blanco. Se puso la camiseta, se levantó y se fue sin decir nada. Salió tranquilamente por la puerta, sabedor que no podríamos satisfacer su petición. Yo me quedé con los ojos que miraban hacia mi sentido común y mi sentido común que miraba a mi estado de vigilia.

No entendí nada de aquella tarde, le pedí a Alejandro que jamás mencionara lo que había pasado, y así lo hizo. Abrí tres "Fantastic tattoss" más, tuve dos hijos con Rocío, y ahora no hago más que pasearme por los locales, por las calles, por Nueva Zelanda, por Angola, por Buenos Aires, por los museos, por las ferias y por casa, con mis ojos mirando hacia mi sentido común y mi sentido común hacia mi estado de vigilia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Sabías que tus cuentos tienen la particularidad de poner de buen humor a todos tus fans número dos?

el lobohombre dijo...

Hecho que me pone a mí de buen humor.

Anónimo dijo...

acaso es bueno no tener pareja, me imagino que depende, no seras hermano de mendo leslie epquin lizzette ??

Rubil Garrido dijo...

artista plastico ?