miércoles, 6 de octubre de 2010

Los hombres vienen y van como el trigo en el invierno

Ayer mismo, después de cuatro años mi tele dijo basta. Dejó de emitir justo coincidiendo con el final de la película Troya, bien hecha pero con lagunas, dónde se ve el funeral de Aquiles recién asesinado a flechazos mientras la voz en off de Ulises dice algo así como: “si alguna vez cuentan mi historia que digan que caminé con gigantes, los hombres vienen y van como el trigo en el invierno, pero estos nombres jamás morirán. Que digan que viví en los tiempos de Héctor, domador de caballos, que digan que viví en los tiempos de Aquiles", y entonces ¡puf!, la tele dejó de funcionar épicamente, como si se hubiera estado reservando un funeral a la altura del que aprovecharse.


Por otra parte hace semanas que en Barcelona sellaron hasta dentro de 150 años la cápsula del tiempo. Una máquina dónde la gente iba dejando mensajes, ideas de cómo creían que sería la ciudad por esas fechas. Creo que era algo que daba mucho juego y que se me pasó, todavía hoy me muerdo los labios al pensarlo. Tengo algunas ideas de futuro que les hubieran hecho gracia, como los moduladores de voz, que serán unos pequeños aparatitos a modo de gadgets, por supuesto pasarán de moda rápidamente pero en su momento serán lo más, y que consistirán en descargar de Internet diferentes tonos, modulaciones o incluso voces de famosos, para así hablar como ellos. Otra de mis apuestas fuertes estará en los zapatos, llevarán integradas unas mini-webcams, por lo que te conectarás con una persona en otra ciudad y tus zapatos proyectaran el suelo que esté pisando esa persona en ese momento. Personalmente dejaría al margen todo el rollo de nanotecnologia, microrobótica, vida espacial, y demás teorías tan trilladas.


Existía también la posibilidad de dejar videomensajes en la cápsula, así que por ejemplo les hubiera enseñado un ambientador W.C en su packaging todavía, hablándoles de su uso y asegurando que lo acabo de comprar, les hablaría de más cosas como de las gafas de ojos con muelles, o de cuando me voy de viaje que protejo con papel de plata el cepillo de dientes. Y para acabar, emulando a Ulises diría: Si alguna vez cuentan mi historia que digan que vi aerolitos de hielo salir en telediarios, los hombres vienen y van como el trigo en el invierno, pero estos nombres jamás morirán. Que digan que viví en los tiempos de Michael Knight, el hombre que no existía, que digan que viví en los tiempos de Vaughan 4.0.

3 comentarios:

Bleinch dijo...

Ya soy oficialmente tu seguidora. ;)

Ahora necsito q tu ilustres algunos de mis posts.

Àngels dijo...

¿El botón de "me gusta (mucho)", por favor?

Osselin dijo...

Mi hijo fabrica cápsulas del tiempo y las esconde en sus lugares de juego favoritos para abrirlas cuando se amayor.
Tú puedes hacer lo mismo. ¿Por qué no ser otra vez un niño?
Salutacions.